lunes, 3 de diciembre de 2018

FILOSOFÍA ZEN Y LAND ART.


INFLUENCIA DEL ZEN EN EL ARTE OCCIDENTAL CONTEMPORÁNEO

La filosofía zen defiende que la contemplación es la única vía de relación igualitaria entre el hombre y la naturaleza. Esta corriente de pensamiento tiene su origen la cultura oriental, pero ha dejado su influencia en el arte de occidente, sobre todo en el último siglo.



El Zen tiene como función la conciencia dormida del artista. Para ello, es necesario que el arte adquiera una forma tan contundente como impactante. Esta función se consigue mediante un juego poético-paradójico: el Koan. El Koan es un concepto que se refiere a que el espectador nunca juega un rol pasivo. Esta función la observamos en el Land Art, y es más evidente en los Earthworks, obras tan impactantes que no dejan indiferente al espectador.

Sin embargo, es importante mencionar que el Zen no es un arte. Arte Zen es una denominación errónea puesto que no existe ningún estilo formal concreto al que podemos denominar Zen. No obstante, sí que se tiende a identificar este estilo con la obra de los artistas más gestuales. Por tanto, lo más correcto es decir que no existe el arte Zen como tal, pero sí que existen suficientes obras de artistas practicantes de la filosofía Zen que adaptarán su arte como prolongación de su búsqueda filosófica y que se podrían calificar como “obras Zen”.

Dos de las características principales de la filosofía Zen son la conciencia de la impermanencia (transitoriedad de todos los fenómenos) y la alerta en el presente (cada acto es el único y más importante).

Jardín Zen

Aunque en Occidente el Zen se ha convertido en concepto y objetivo, incluso transformado en exotismo, evasión, energía liberadora y anarquizante, gran influencia del Zen proviene del Tao, doctrina más materialista y ligada a lo social. Además, buena parte de la influencia atribuida al Zen tanto en la abstracción americana de los años 40 como en el Expresionismo e Informalismo europeo proviene, en gran medida, de los pintores chinos Ipin y el grupo Bunjin-Ga.

Una de las grandes aportaciones del Zen a la cultura occidental es el concepto de vacío, que determinará toda una estética en el arte del siglo XX. No se trata del vacío como una ausencia o una carencia, sino como una enorme presencia en la que no se produce ambigüedad entre el ser y el existir. Es un lugar más allá de la nada, una porción que permanece inmutable.

La relación entre el artista Zen y el vacío en ocasiones es paradójica, y se puede resumir de la siguiente forma:

  • El objetivo del artista Zen está claramente fijado en su conciencia.
  • El artista Zen no fija objetivo alguno en su conciencia.
  • El artista Zen no se relaciona con el objeto, él mismo es el objeto.
  • El artista Zen es un objeto que añora a un sujeto.El artista Zen busca representar la vacuidad: mientras que en occidente se busca la presencia con la que llenar el vacío, en oriente se busca la ausencia.
  • El ideal del Zen es encontrar aquella imagen más allá de la cual cualquier deseo es imposible, y habitar esa imagen eternamente.
  • El artista Zen es un vasallo de la armonía.
El método Zen de conocimiento de la realidad resulta muy complejo, hasta incongruente para el sistema de pensamiento occidental tradicional: “Vaciar” para “encontrar” frente a nuestro “llenar” para “conocer”.

También afectará a la relación entre hombre y naturaleza. La filosofía Zen parte de la idea de naturaleza como una realidad activa, y a partir de esta idea se producirán trabajos que se englobaron en lo que en su momento se definió como Ars Povera y Land Art.

Para el filósofo Zen, la obediencia a los ritmos sutiles y primordiales de la naturaleza es un medio de integración en la vida universal. Cualquier intervención humana, por pequeña que sea, crea una ruptura con todo el universo. Por tanto, la armonía sólo se consigue respetando las cualidades de cada elemento. Partiendo de esta idea, las propiedades plásticas de los distintos materiales derivarán de las propiedades físicas, rechazándose conceptos como “reconstrucción” o intervención”.

El Arte Povera, en Occidente, retoma la preocupación la vibración energética de cada material, por su potencialidad creadora en sí misma y por su modo de manifestarse. Los protagonistas, si los hay, son los vínculos físicos que se establecen entre cada material de la naturaleza, y no el material en sí. El devenir y lo accidental marcan las relaciones entre los objetos. El Arte Povera no se manifiesta a través de productos acabados y para su proceso creativo son necesarios conceptos como deshielo, condensación, descomposición y desgaste.

Palm Sunday, por Anselm Kiefer. Arte Povera

En cuanto al Land Art, actúa directamente sobre la naturaleza dentro de la misma naturaleza. Como en el Zen, la naturaleza en sí misma será utilizada en el múltiple papel de forma-medio-lugar-contenido. Otro paralelismo entre Zen y Land Art es la reivindicación de los espacios vacíos y silenciosos, espacios susceptibles de ser llenados de energía en estado puro. Y, aunque en ocasiones el Land Art aparezca dentro de contextos urbanos, no es muy habitual encontrar muestras de Land Art fuera de la propia naturaleza. Además, las dos características principales que hemos comentado al principio (transitoriedad y unicidad) son también propias de las obras de Land Art. Estas obras están en el exterior, expuestas a la intemperie y a cualquier cambio producido por el paso del tiempo. Un ejemplo es la obra del artista de Land Art Andy Goldsworthy, que hace uso del balanceo de las rocas como una forma de expresión. Apilar rocas para crear formas o desafiar los límites del balance es un arte-juego difundido desde épocas remotas y que evoca estos dos principios que podemos encontrar en el Zen.





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