Podemos considerar los jardines renacentistas como antecedentes del Land Art. Se distinguen dos vertientes durante los siglos XVII y XVIII. Por un lado, tenemos el jardín Francés. En él, el arte es el modelo para la naturaleza, igual que la arquitectura. Responde a un sistema racional donde la geometría, la simetría y la proporción configuran paredes vegetales en forma de conos, globos y pirámides.
Jardín francés
Por otro lado, está el jardín inglés donde parece existir una alianza con la naturaleza. Aquí es la naturaleza poética la que funciona como modelo para el arte. En un principio de denominaba jardín paisajístico por su relación con la pintura de paisaje.
Jardín inglés
Esta concepción del jardín como cooperación entre naturaleza y arte, que proyecta paisajes pintorescos, donde el arte es una actividad libre que no renuncia a su condición de cultura y donde la naturaleza también es libre, es la que retomarán los artistas del Land Art.
En el siglo XIX los jardines pasan a ser considerados un arte menor, y solo tras la revolución industrial surgen los primeros parques, que es donde encontramos los antecedentes más puros, como en la construcción del parque Buttes Chaumont al norte de París, que al igual que otras obras del Land Art hace uso de una antigua explotación minera para diseñar su intervención artística.
Parque Buttes Chaumont, París
Aunque la obra más pragmática respecto a la influencia romántica del jardín es la del inglés Ian Hamilton Finlay. Se trata de un jardín llamado Little Sparta, donde demuestra su veneración por lo pintoresco y donde intelectualiza a la naturaleza con múltiples inscripciones en las que menciona a pintores como Claudio de Lorena o Poussin.
Imagenes del jardín Little Spartan, en Escocia.
Las obras de Nils Udo o Goldsworthy también responden al ideal de ordenar la naturaleza desde un punto romántico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario